La cuarta charla del ciclo sobre vivienda trató sobre cómo se planifica la construcción de viviendas en Amsterdam, para después compararla con el estilo "español", ejemplificado en el caso de Santander.
Carlos García, ponente de la charla, es miembro de la asociación ecologista ARCA. Primero mostró, con multitud de fotos, diferentes barrios y edificios de la ciudad de Amsterdam. La tónica general son edificios bajos (no más de 3 alturas), rodeados de amplísimas zonas verdes, equipadas con instalaciones deportivas y recorridas por sendas curvilíneas de aspecto natural. El tráfico está desviado de las zonas residenciales, y grandes y efectivas pantallas arbóreas separan acústica y visualmente estos lugares de autovías y polígonos industriales.
Llama la atención el caso de unos bloques de pisos construidos con los mismos criterios, pero de mayor altura que los demás. A pesar de que tenían muy buen aspecto, la gente de allí los rechazó y estaban vacíos. Gracias a esa presión de los compradores, a ningún promotor se le ocurre construir de cualquier forma, porque sabe que no lo va a vender.
Después de este paseo agradable por una ciudad europea, Carlos nos trajo de nuevo a la dura realidad: las fotos de Santander daban pena. Edificios de 5 o 10 alturas, todos pegados unos a otros, sin una brizna de hierba en casi ninguna parte, sin sitio para aparcar los coches, ni para que los niños jueguen... un desastre. Incluso en las construcciones más modernas sigue habiendo estos problemas.
En el debate posterior se mencionaron las ventajas de vivir en una ciudad como Amsterdam. Para empezar, los ciudadanos no tienen que huir de la ciudad para disfrutar de la naturaleza; la naturaleza está en la ciudad. La ciudad no es un sitio inhóspito en el que vivir es un suplicio por los ruidos, problemas para aparcar, falta de espacios para relajarse... sino que el nuevo concepto de ciudad fomenta la vida saludable, las relaciones sociales entre los vecinos y el verdadero disfrute de la vida en franco contacto con la naturaleza.
Pero ¿por qué aquí no se construye así? pues principalmente porque el mercado del suelo está liberalizado. De esta forma, cuando un promotor compra un terreno, hace una inversión a la que va a sacar el máximo beneficio económico. Y esto se obtiene construyendo el mayor número de casas, con el mayor número de alturas, y con los menos árboles y columpios que se pueda.
En cambio, en Holanda (y en casi cualquier otro país europeo), el suelo está intervenido por el estado, que ha comprado a lo largo de las décadas gran cantidad de suelo, hasta adquirir un enorme patrimonio público de suelo. Y es el estado quien decide DÓNDE, y COMO se construye. Es el estado el que dice al constructor "aquí me vas a hacer 200 viviendas de 2 alturas, dejando todo esto como zona verde, y poniendo aquí una pista deportiva y...". La misma conversación en España continuaría:(promotor)"Ya, pero el prado es mío, y aquí caben 500 casas más, así que te callas".
Otra ventaja de la intervención del suelo por el estado es que, al ser suelo público, la fracción del precio total de la vivienda debido a este se reduce considerablemente. En Holanda los precios de las viviendas son mucho más accesibles que en España.
Todas estas ventajas nos las hemos perdido en Santander y en toda España. Al final parece que la única solución sería derribar Santander entero y volver a empezar. Y aún así, es posible que, de nuevo, nos dejásemos vencer por la codicia de los promotores y los propietarios del suelo.
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